lunes, 15 de marzo de 2010

CUENTO DE PAPA ERIZO TODO LO SABE Y MAMA ERIZO TODO LO CALLA


Érase una vez, en el país de los erizos, una familia Erizo. Tengo que especificar que el erizo es un animal útil porque destruye los insectos, los gusanos, los moluscos, los reptiles y debajo de sus púas alberga un tesoro; ¿no están siempre bien guardados los tesoros? Quizás lo descubráis a lo largo de la historia: El señor Erizo, alto, fuerte y con las púas siempre erectas se llamaba papá todolosabe (es un nombre muy corriente entre los erizos). La señora Erizo, silenciosa y de nervios templados, se llama Mamaovillo. Sus seis pequeños erizos no la dejaban ni un minuto ni la perdían nunca de vista. El padre Erizo sabía muchísimas cosas y sus crías no tenían más remedio que escucharlo atentamente; de lo contrario, empezaba a hablar demasiado alto y sus orejitas se enroscaban _ aterrorizadas. Por esta razón se volvían temerosos y se refugiaban debajo de Mamaovillo.
Ella se quedaba un poco a la sombra de su esposo porque él tenía un carácter fuerte Él era muy fiel tanto por dentro como por fuera y les enseñaba a sus hijos que no por nada todos tenían una nariz puntiaguda. Esto es lo que les decía: “Vuestra nariz puntiaguda os servirá, cuando seáis mayores, para olerlo todo, conocerlo todo y reconocerlo todo”. Y añadía: “Pero para ello, primero tendréis que escucharme porque todo lo que digo es la verdad.” Es una ley entre los erizos, los padres sólo dicen la verdad. En otros países existen otras costumbres, algunas son fantasías llamadas “mentiras”. Con ellas, se pueden conseguir facilidades, mas cariño, alguna que otra caricia. Pero ¿quién tiene ganas de acariciar a un erizo? No encontraréis la palabra “caricia” en el diccionario de los erizos, en su país ¡es imposible! Sólo mandan las verdades de Papá todolosabe. Los pequeños erizos no tenían más alternativa que el camino trazado por su papá, no se atrevían a salir en busca de aventuras, se aburrían un poco. Había un montón de tentaciones en los bordes de éste camino de “verdad”: mariquitas rojo flamante, hormigas intrépidas, cucarachas insidiosas, gusanillos vigorosos, babosas tiernas, todo aquello parecía fantástico.
Pero cuando uno intentaba salirse del camino, papá todolosabe con una patada ponía orden. Porque, según decía, “tal beep no estaba bastante grande”, “tal escarabajo estaba demasiado verde”, “tal oruga estaba demasiado peluda”. En casa de los erizos, sólo se aprendía a base de patadas, así era. “Mamá todolocalla” (pero esto no le gustaba a su marido). Uno podría creerse que con toda su “se-ver(i)dad”, papá erizo quería muy poco a sus hijos. Esto es completamente falso. Los adoraba. Deseaba lo mejor para ellos y para su mujer. Se desvivía, para que no les faltara de nada. Imaginaros, tenía seis bocas que alimentar y era necesario correr sin parar para coger una mosca por aquí, un beep por allá, un escarabajo y aún más, todas las vitaminas y sales minerales que necesitaban para poder convertirse en chicos listos y fuertes.
Se dedicaba a ello en cuerpo y alma. Sin embargo, como todos lo otros papás de todos lo otros mundos, aún no era perfecto y una cosa lo sacaba de quicio. No aguantaba, para nada, que un solo hijo le diera guerra. Por eso cuando eso pasaba, incluso arrancaba de cuajo los dientes de león. Mamaovillo, asustada, no entendía lo que pasaba a su querido marido, tan inteligente, generoso y sacrificado de normal. Sin embargo, se había dado cuenta de que, cada vez que se disgustaba, provocaba el mismo cataclismo, aunque ninguno de ellos lo encontraba “divertido”. Un enfado de erizo enfadado, ¡eso sí que picaba lo suyo! A Mamá todolocalla le fatigaba muchísimo quedarse hecha un ovillo para proteger a sus crías. A pesar de ello, los hijos Erizos crecían queriendo a sus padres. En el fondo entendían por qué era así. Papá todolosabe había sido capaz de explicárselo. Pero demostrar su cariño, su ternura, no lo sabían hacer porque como bien se sabe, entre ellos las caricias eran algo que no existía.
El amor que sentían unos por otros, “se lo guardaban para dentro” y cuanto más querían a alguien más crecían sus púas y mas fuertes se hacían. Así es como se hacen mayores y solitarios los erizos. ¿Habéis visto alguna vez por un camino a dos erizos juntos? Serían un milagro! Papá y mamá Erizo se habían esforzado tanto al final para educar a seis hijos que un día éstos se hicieron lo suficientemente resistentes y Papá Erizo aceptó dejarlos marchar. Mamá Erizo se quedaba sola con papá todolosabe. ¡por fin! Pensaba, vamos a poder pensar en nosotros, estar tranquilos hocico con hocico, charlar y a lo mejor descubrir otras cosas. ¡Catapún! Aquí tenemos al señor Erizo, que no tenía más hijos que educar, que capturaba moscas sólo para él, que descubría gusanos sólo para distraerse y que tenía una Mamaovillo que no paraba de mirarle; se volvió sombrío y cada vez más sordo, nada podía detener su tristeza, alegrarle los días. Estaba desesperado, se consumía y nadie más en el mundo de los erizos sabía cómo sacarlo de esta melancolía. Una mañana, el señor Erizo, totalmente agotado por sus ideas negras, con agujetas de tanto llorar, enfermo por todos sus dolores de pequeño erizo que le venían a la mente, se dirigió hacia el borde de la autopista. Sabía que el choque resultaría fatal. Por última vez se puso hecho un ovillo y con todas sus fuerzas alargó sus púas hacia el exterior que tanto daño le hacia y cerró los ojos mientras esperaba el fin. En ese momento oyó, desde muy lejos una vocecita, era la de su corazón que estaba atado a todos los corazones de todos los suyos siguiendo la ley de los erizos. La voz era muy suave, apacible, tan hermosa como la música. Se dejó invadir por ella y guiado por la melodía, volvió hacia su hogar. La entrada estaba toda iluminada.
Mamaovillo estaba sonriendo: allí se encontraban reunidos sus seis hijos ya mayores habían vuelto para pasar una temporada. Formaron un círculo alrededor de él y se abrazaron muy fuerte hasta formar una gran bola de púas. En el interior reinaba una cálida ternura de la que emanaba una sinfonía que encandilaba. En el exterior parecía un solecito perdido en el universo. Un perfume sutil y divino se elevó por los aires. De este flujo de suavidad salido del corazón de todos los suyos, una hermosa historia se creó. Papá Erizo sintió que estaba reviviendo, se dio cuenta de hasta que punto él era importante para ellos sin importar que se hubiera hecho viejo e inútil, como pensaba (ésta era su obsesión). En su emoción por fin comprendió quién era de verdad enamorándose de la vida. Así que ese tesoro bien guardado, ¿lo habéis encontrado?

viernes, 12 de marzo de 2010

LA HISTORIA DE UNA PAPA


Había una vez un abuelo que plantó una papa chiquita y le dijo:
“Crece, crece, papita, crece, fuerte y gordita!” todos los días pasaba por donde la había plantado y miraba…miraba… hasta que un día… la papa creció!!!
Creció fuerte y gorda. ¡Gordísima! Un día, el abuelo fue a arrancarla. Se acomodó el pantalón subió las mangas de la camisa. Tiró de la papa, tiró de la papa, tiró de la papa, pero la papa, no salió!!!
Entonces llamó a la abuela.
La abuela tiró de la cintura del abuelo. El abuelo tiró de la papa, tiró de la papa, tiró de la papa pero la papa, no salió!!! De modo que la abuela llamó a la nieta.
La nieta tiró de la abuela, la vieja tiró del abuelo, el abuelo tiró de la papa, tiró de la papa pero la papa, tiró de la papa, no salió!!! Y tiraron y tiraron una y otra vez, pero no pudieron arrancarla. Entonces la nieta llamó al perro negro.
El perro negro tiró de la nieta, la nieta tiró de la abuela, la abuela tiró del abuelo, el abuelo tiró de la papa, tiró de la papa, tiró de la papa pero la papa, no salió!!!. Y tiraron y tiraron una y otra vez, pero no pudieron arrancarla.
Entonces el perro negro llamó al gato blanco.
El gato blanco tiró del perro negro, el perro negro tiró de la nieta, la nieta tiró de la abuela, la abuela tiró del abuelo, el abuelo tiró de la papa, tiró de la papa, tiró de la papa, tiró de la papa pero la papa, no salió!!!. Y tiraron y tiraron una y otra vez, pero no pudieron arrancarla.
Entonces el gato blanco llamó al ratoncito.
El ratoncito tiró del gato blanco, el gato blanco tiró del perro negro, el perro negro tiró de la nieta, la nieta tiró de la abuela, la abuela tiró del abuelo, el abuelo tiró de la papa. Y tiraron y tiraron, con todas sus fuerzas, hasta que por fin: ¡arrancaron la papa! Pero…
¡Púmbate! El abuelo cayó sobre la abuela, y la abuela cayó sobre la nieta, y la nieta sobre el perro, y el perro sobre el gato, y el gato sobre el ratón. Y sobre todos ellos… ¡cayó la papa!
Pero no se asusten: ninguno se lastimó.
¡Y qué maravilla era aquella papa! Era la papa más grande que habían visto. El abuelo la llevó a la mesada puff!! que pesada!! y la abuela la peló!! puff!!! que cansada!! Alcanzó para darle de comer a todo el barrio… Mas tarde hicieron una rica comidita.(la que cada uno soñaba…)
Y hubo suficiente para el abuelo, para la abuela, para la nieta, para el perro, para el gato y para el ratón…
¡y aún sobró un poquito para mí, que les conté el cuento!

martes, 9 de marzo de 2010

BLANCA Y SU ESTRELLA


Qué estás mirando Blanca, preguntó Rosa a su pequeña hermana, estoy saludando a mi estrella, contestó Blanca. Ay hermanita ya te dije que las estrellas están muy altas y no te pueden ver, eso es mentira la mía si me ve. Cuéntame Blanca, porqué te gustan tanto las estrellas? Qué tienen ellas que te hacen sentir tan alegre? Tienen magia; sabes Rosita algún día me voy a ir a vivir con mi estrella, ahí vive el hada de la luz. Ay mi hermanita esa cabecita tuya tan soñadora, ay mi hermana mayor siempre tan incrédula, si ella supiera como es el hada de la luz!, si ella supiera todo lo que yo sé sobre las estrellas!, y diciendo estas palabras ambas niñas, se quedaron dormidas. Hola mi querida Blanca dijo el hada de la luz, iluminando con su brillo toda la habitación, ven no hagas ruido y vamos a dar un paseo por tu sitio favorito, iremos a la estrella? sh sh , ven no hagas ruido; al momento Blanca tomó de la mano al hada de la luz y ambas cruzaron los cielos, primero pasaron por un puente que reflejaba todos los colores del arco iris, luego atravesaron muchas nubes, pero si parecen algodón decía la niña muy emocionada, y ese olor a rosas tan rico, lo he sentido durante todo el viaje, dijo Blanca, ese es el olor que sienten las almas buenas. Mira dijo Blanca señalando un brillo que alcanzaba a divisar, que es esa luz tan maravillosa que se ve allá?, es el brillo de las alas de muchas hadas, es increíble, yo quisiera ser un hada dijo Blanca, no hay nada imposible en la vida mi pequeña niña, únicamente debes desear las cosas que tu quieres con mucha fuerza y con el corazón, pero desearlo en serio, y hacer todo lo posible para conseguirlo. Pero como puedo yo ser un hada?. Todos tenemos una misión en la vida mi amiguita y si eso es en realidad tu deseo debes de buscar el camino para lograr tu propósito. Pero mira ya estamos llegando es allá donde se ven esas formas de cristales tornasol, es la estrella de la luz, por eso tu te llamas hada de luz?, si Blanca de ahí viene mi nombre. Que maravilla en la estrella todo era como vivir en un cuento, todas esas hadas y esos niños. Qué hacen esos niños?, lo mismo que tú son niños especiales, escogidos por las hadas para habitar la estrella, pues nosotros las hadas debemos escoger a los mejores pues estos niños serán en el futuro los guardianes de la estrella, y las niñas las futuras hadas y ellas a su vez deben luego escoger a otros niños en la tierra para seguir con nuestro trabajo. Oh mi buen hada es el trabajo más bonito que he escuchado en mi vida, si mi niña pero ahora es tiempo de volver a despertar en ese momento Rosa estaba encima de su hermana despertándola para ir con su madre a desayunar para partir a la escuela. A partir de ese sueño Blanca estaba muy melancólica lo único que deseaba era regresar a la estrella y empezar a prepararse para ser una buena hada. Todas las noches el hada venía a buscar a Blanca para enseñarle su trabajo, y esta con suma atención y cuidado aprendía todas y cada una de las cosas que el hada le enseñaba, pues cada día aprendía un oficio nuevo y conocía a más hadas. Una noche el hada la llevó al pabellón de los niños escogidos, todos al igual que ellos vivían en la tierra con sus familiares y todos eran niños muy buenos cada uno tenía una tarea distinta que aprender, pero todos se sentían muy triste cuando abrían sus ojos y se encontraban en la tierra, pues ellos estaban muy entusiasmados con las tareas que hacían en la estrella. Los días pasaban y su madre la notaba muy extraña y pálida, todas las mañanas cuando hacía la cama de su hija ella notaba un olor a rosas que salía de su habitación. Una tarde llegó Blanca y se sentó en el regazo de su madre, con una voz que pareció casi un sollozo le dijo: Madre ha llegado el momento de partir; debo ir a cumplir mi misión, mi hada de la luz viene por mí, su madre notó que las palabras de su hija eran ciertas, así que tomo de las manos de esta y le dio, un beso en la frente con un fuerte abrazo, sus lágrimas mojaron la carita de la niña, quién a pesar de darle mucha pena la separación de su madre , estaba muy complacida porque al fin haría lo que ella más deseaba, vivir en la estrella. Cayó la noche y las estrellas inundaron el cielo, Rosita y su madre, se quedaron dormidas junto a la cama de la niña, sin embargo ambas se despertaron al mismo tiempo cuando el olor a rosas inundó la habitación, cuando ellas se voltearon hacia la cama de Blanca, la hallaron vacía, entonces corrieron a la ventana de su cuarto y solo alcanzaron a ver la luz de una estrella fugaz. Su madre alzó la mano a manera de despedida, y le dijo a la niña, es Blanca que se fue en su estrella.